La disciplina que te debes
Cómo convertir la voz que te frena en un recordatorio de tu poder
Me gusta hablar sobre disciplina porque me ha costado mucho construirla.
Si me preguntas cuál es la cosa de la que más me arrepiento en esta vida, te diré que es de haber perdido el tiempo. Lectora: hasta bien entrada en la vida, he perdido muchísimo el tiempo. Miro atrás y me visualizo infinitas veces dejando que la vida pasara, deslizando sin atención el pulgar por la pantalla del móvil, frente a la pantalla del ordenador, dedicándole espacio a las personas equivocadas. Tiempo que se ha ido y no vuelve. Y he tardado en comprender que no hay recurso más valioso que ese.
Por eso, cuando entendí quién quería ser y qué le pedía a mi vida, descubrí que lo único que no podía recuperar era todo ese tiempo en el que no lo supe y no hice nada por avanzar en la dirección correcta. Ahora que lo sé, a veces el reto es precisamente ese: entender qué implica ser disciplinada y cómo graduarlo, cómo modularlo en cada caso.
Pero en el camino hasta aquí, siento que lo que más me frenó fue esa voz que llevaba dentro y me decía «tú no puedes conseguirlo», «esto no es para ti», «no vas a ser capaz» o «es demasiado difícil». La ventaja me la ha dado —y me la sigue dando— mi profesión, y por eso hoy os quiero contar lo que sé. Porque una vez que entiendes cómo manejar esa voz —y existen herramientas concretas, altamente eficaces para hacerlo—, el camino frente a ti se abre. Y esa vida con la que sueñas se desbloquea, de pronto se hace más nítida. Se convierte en una posibilidad real para ti.
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