Tuve una profesora de psicopatología en la universidad que nos decía: «como es fuera, es dentro». Era una profesora fantástica que me regaló algunos de los mejores momentos de mi vida estudiantil —que fue mediocre en otros muchos sentidos—, y recuerdo con cariño las muchas frases que usaba para explicarnos la complejidad del funcionamiento de la mente humana.
Con los años, esta aseveración ha adquirido textura. «Como es fuera, es dentro» es una invitación a entender la salud mental y el desarrollo personal no como algo que ocurre con exclusividad dentro de nuestras mentes, sino en la relación bidireccional que nuestros cuerpos tienen con su entorno.
Quiero decir: ¿tiene tu casa el mejor aspecto cuando te encuentras mal?; o mejor: ¿cómo te sientes cuando arreglas los armarios? Hablar de control de estímulos supone un proceso, ya imaginas, mucho más complejo que lo expone esta explicación prosaica, pero me parece un buen modo de introducirlo porque creo que todas entendemos este concepto. Todas hemos visto por épocas cómo nuestra salud mental creaba verdadero caos a nuestro alrededor, y todas hemos visto también cómo, poniendo un poco de empeño en la organización física de nuestras vidas, nuestras mentes de pronto disponían de más aire. Aire para tomar mejores decisiones, para descansar, para organizarse a sí misma a su vez.
Aquí lo que vas a aprender hoy:
La razón por la que tu entorno influye en ti mucho más de lo que crees y cómo puedes usarlo a tu favor en lugar de dejar que te limite. (No, no es solo una cuestión de voluntad)
El pequeño cambio que puede transformar por completo tu productividad, tu bienestar y hasta tu manera de tomar decisiones. (Y que casi nadie aplica de forma consciente)
Cómo rediseñar lo que te rodea para que tus metas se cumplan casi sin esfuerzo. (Y lo mejor: sin depender de la disciplina ni de la motivación)
Vente.