Solución para crear una relación antifrágil
Extensible a relaciones de cualquier índole, saludables y de suficiente intensidad
Si, como yo, has pasado los cuarenta, te encontrarás con el siguiente panorama:
Tus amigas se están divorciando.
De tanto en tanto recibes la noticia: «Fulanita se está separando del marido, ¿lo puedes creer?».
Yo lo puedo creer, claro, y aunque empezaré diciendo que las mujeres ya no tragamos —por suerte— con mucho de lo que tragábamos antes, lo que voy a contaros hoy no va sobre eso.
No va sobre cómo las relaciones se acaban porque las mujeres ya no necesitamos a un hombre para que pasemos de las manos de nuestros padres a las de nuestros maridos, en un ritual que sigue repitiéndose cada día incluso en los lugares más progres.
Lo que hoy escribo no va sobre cómo los hombres ya no están a gusto en dinámicas que ponen en tela de juicio su hombría, su superioridad.
No va sobre cómo las mujeres ya no estamos dispuestas a ser las directoras de operaciones de nuestros hogares, las segundas de a bordo, las perfectas y complacientes amas de casa, y sobre cómo eso deja a los hombres de siempre en situación de perpleja paralización.
Muchas relaciones han dejado de sostenerse, porque muchas mujeres han decidido dejar de sujetarlos.
La esclavitud más barata de la historia la han sufrido los millones de mujeres que bajo la purpurina del amor romántico entregaban sus vidas al servicio del otro.
No va sobre todo eso, pero podría.
Hoy quiero hablaros sobre cómo las relaciones —las que tenemos con nuestras parejas, las que tenemos con nuestras amigas y las que tenemos con nuestras criaturas— se están rompiendo.
Y sobre todo, va de qué podemos hacer para blindarlas.
Solo en aquellos casos en los que merezca la pena, claro.
Si te has casado con el hombre de cromañón, este no es tu artículo: de verdad, huye.
Pero puede que alguna relación importante en tu vida esté pasando por un momento verdaderamente complicado y quieras poner de ti para arreglarla.
Yo llevo diecisiete años con mi marido, tengo cuatro hermanos y hermanas y dos hijos, y desde que integré esto que hoy voy a contarte mis relaciones han mejorado sustancialmente.
Ya no temo innecesariamente porque se rompan:
Esta herramienta es lo más parecido al Santo Grial.
Al menos, para las relaciones que merecen realmente la pena.
Al menos, en todo lo que a ti concierne, que entendemos que no es todo.
Hoy quiero hablaros sobre un marco mental que es literalmente Magia, sobre el consejo que me dio una amiga y sobre una clase de yoga en la que hace unos días lloré fuerte (os cuento también por qué).
Recuerda que NADA puede mejorar tanto tu vida como mejorar la calidad de tus relaciones, así que esto te es importante.
Aplica esto y resetea los lazos con tus hijos, con tu pareja, con tus hermanas o con tus amigas.
Y hazlo en un instante.